Jorge Eduardo Arellano
Soportaron las injurias de las madres judías. Habían provocado la degollación de todos los niños de Belén. Sólo el Niño escapó de la matancina, logrando huir a Egipto, oculto en una pequeña caravana. Con ella, los tres Reyes coincidieron con la familia prófuga en una encrucijada; jubilosos, olvidaron los puños crispados, los improperios, el clamor desesperante. José aún iba consternado y María daba gracias a Jehová.
En sus respectivos países, perdieron sus poderes. Melchor se introdujo en una mina de oro, de la que nunca saldría; Gaspar —no sin recibir en su rostro de sus criados una descomunal cantidad de incienso— se ahorcó. Y Baltasar, todo embadurnado de mirra, se lanzó desde la torre de un templo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario