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lunes, 28 de febrero de 2022

El primer "copy rigth"

Daniel Pulido

Eran los días de la creación de todo lo existente, gran algarabía y confusión había en las factorías del reino celestial, se laboraba intensamente. Uno de los fabricantes de pájaros, agotado y medio dormido, incurrió en un error de diseño al colocarle a una criatura las alas cerca del estómago, le endilgó un extraño respiradero fuera de la cabeza, olvidó hacerle cuello, ponerle plumas y patas. “¡Mira lo que has hecho!”, le gritó uno de sus compañeros a ver el adefesio.

Como había orden de no matar a nadie, el obrero avergonzado y temeroso acudió donde el jefe para preguntarle qué podían hacer con esta ave, la cual no lograba levantar vuelo ni a una cuarta del suelo y, además, tenía tantas dificultades para respirar. Enojado Dios lo reprendió diciéndole:

“Serás por siempre el culpable de haber creado la primera criatura a la cual debemos eliminar”. El obrero se echó a llorar inconsolablemente durante largo tiempo, vertió tantas lágrimas que pronto formó un gran depósito de ellas. Allí decidió dejar a la criatura moribunda. Para su sorpresa ésta recuperó fuerzas y comenzó a saltar, a desplazarse ágilmente, moviendo sus alas con elegancia volaba sumergida entre el depósito líquido. Fue así como se dio inicio a la invención de los seres acuáticos.

Marcados

 Daniel Pulido

Perfectamente los bebés podrían salir del vientre materno antes de los nueve meses, si no fuera porque el tiempo necesita trabajar arduamente, dibujándoles con minuciosidad las huellas digitales antes de nacer.

Novedades del consumo

Daniel Pulido

Estaba lleno el supermercado. Los clientes expresaban su complacencia con los avances tecnológicos y los altos niveles de eficiencia ofrecidos por el nuevo negocio. Eran justamente como lo anunciaba la publicidad difundida por la ciudad.

La más visitada era la sección de carnes, pues la novedad implementada hacía posible que cada cliente escogiera alguna pieza de los animales vivos allí exhibidos. Una vez vendidas todas las partes, los empleados procedían a matar y despellejar al animal en presencia de sus compradores; lo descuartizaban, repartían piernas, caderas, cabeza, lengua, lomo, hígado, corazón, riñones. Todo verdaderamente fresco.

Por supuesto, en algunas ocasiones, algunas familias preferían comprar una mujer o un hombre completo y comérselo vivo entre todos. Quienes más se caracterizaban por ese hábito social tan peculiar eran: cocodrilos, leones, tigres y por supuesto los siempre sonrientes tiburones.

Amar hasta fracasar

Hay escritos curiosos que se han hecho con el lenguaje. Versos que se pueden leer al revés y al derecho, guardando siempre el mismo sentido,...