Era un fraile en tiempos de la Colonia, que defendía a los indígenas y lo asesinaron el 6 de febrero de 1550. Lo decapitaron y su cabeza rodó por las calles de la ciudad de León.
Cuentan que el padre sin cabeza, anda penando y se pasa las noches recorriendo el pueblo. El Sábado de Gloria paseaba por los túneles que comunicaban a los sótanos de la Catedral de León.
Dice la tradición que se le aparece a los hombres y mujeres que trasnochan y que el padre los embruja y los guía hasta la iglesia del pueblo donde el sacerdote canta misa en latín.
A la hora de la consagración, al dar la cara el sacerdote se le ve sin cabeza y está chorreando sangre entre sus manos. Despavorido sale de aquel lugar y queda varias semanas sin habla.
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